Hľadaný výraz: Jn 1.3.5, Preklad: Španielský - Reina Valera, Počet výsledkov: 3
1 EN el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 2 Este era en el principio con Dios. 3 Todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que es hecho, fué hecho. 4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. 5 Y la luz en las tinieblas resplandece; mas las tinieblas no la comprendieron. 6 Fué un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. 7 Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, para que todos creyesen por él. 8 No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz. 9 Aquel era la luz verdadera, que alumbra á todo hombre que viene á este mundo. 10 En el mundo estaba, y el mundo fué hecho por él; y el mundo no le conoció. 11 A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. 12 Mas á todos los que le recibieron, dióles potestad de ser hechos hijos de Dios, á los que creen en su nombre: 13 Los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, mas de Dios. 14 Y aquel Verbo fué hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. 15 Juan dió testimonio de él, y clamó diciendo: Este es del que yo decía: El que viene tras mí, es antes de mí: porque es primero que yo. 16 Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia por gracia. 17 Porque la ley por Moisés fué dada: mas la gracia y la verdad por Jesucristo fué hecha. 18 A Dios nadie le vió jamás: el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le declaró. 19 Y éste es el testimonio de Juan, cuando los Judíos enviaron de Jerusalem sacerdotes y Levitas, que le preguntasen: ¿Tú, quién eres? 20 Y confesó, y no negó; mas declaró: No soy yo el Cristo. 21 Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta? Y respondió: No. 22 Dijéronle: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta á los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo? 23 Dijo: Yo soy la voz del que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo Isaías profeta. 24 Y los que habían sido enviados eran de los Fariseos. 25 Y preguntáronle, y dijéronle: ¿Por qué pues bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta? 26 Y Juan les respondió, diciendo: Yo bautizo con agua; mas en medio de vosotros ha estado á quien vosotros no conocéis. 27 Este es el que ha de venir tras mí, el cual es antes de mí: del cual yo no soy digno de desatar la correa del zapato. 28 Estas cosas acontecieron en Betábara, de la otra parte del Jordán, donde Juan bautizaba. 29 El siguiente día ve Juan á Jesús que venía á él, y dice: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. 30 Este es del que dije: Tras mí viene un varón, el cual es antes de mí: porque era primero que yo. 31 Y yo no le conocía; más para que fuese manifestado á Israel, por eso vine yo bautizando con agua. 32 Y Juan dió testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y reposó sobre él. 33 Y yo no le conocía; mas el que me envió á bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien vieres descender el Espíritu, y que reposa sobre él, éste es el que bautiza con Espíritu Santo. 34 Y yo le vi, y he dado testimonio que éste es el Hijo de Dios. 35 El siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos. 36 Y mirando á Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios. 37 Y oyéronle los dos discípulos hablar, y siguieron á Jesús. 38 Y volviéndose Jesús, y viéndolos seguir le, díceles: ¿Qué buscáis? Y ellos le dijeron: Rabbí (que declarado quiere decir Maestro) ¿dónde moras? 39 Díceles: Venid y ved. Vinieron, y vieron donde moraba, y quedáronse con él aquel día: porque era como la hora de las diez. 40 Era Andrés, hermano de Simón Pedro, uno de los dos que habían oído de Juan, y le habían seguido. 41 Este halló primero á su hermano Simón, y díjole: Hemos hallado al Mesías (que declarado es, el Cristo). 42 Y le trajo á Jesús. Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás: tú serás llamado Cephas (que quiere decir, Piedra). 43 El siguiente día quiso Jesús ir á Galilea, y halla á Felipe, al cual dijo: Sígueme. 44 Y era Felipe de Bethsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro. 45 Felipe halló á Natanael, y dícele: Hemos hallado á aquel de quien escribió Moisés en la ley, y los profetas: á Jesús, el hijo de José, de Nazaret. 46 Y díjole Natanael: ¿De Nazaret puede haber algo de bueno? Dícele Felipe: Ven y ve. 47 Jesús vió venir á sí á Natanael, y dijo de él: He aquí un verdadero Israelita, en el cual no hay engaño. 48 Dícele Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús, y díjole: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera te vi. 49 Respondió Natanael, y díjole: Rabbí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel. 50 Respondió Jesús y díjole: ¿Porque te dije, te vi debajo de la higuera, crees? cosas mayores que éstas verás. 51 Y dícele: De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del hombre.

1 Y HABIA un hombre de los Fariseos que se llamaba Nicodemo, príncipe de los Judíos. 2 Este vino á Jesús de noche, y díjole: Rabbí, sabemos que has venido de Dios por maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no fuere Dios con él. 3 Respondió Jesús, y díjole: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere otra vez, no puede ver el reino de Dios. 4 Dícele Nicodemo: ¿Cómo puede el hombre nacer siendo viejo? ¿puede entrar otra vez en el vientre de su madre, y nacer? 5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. 7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer otra vez. 8 El viento de donde quiere sopla, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni á dónde vaya: así es todo aquel que es nacido del Espíritu. 9 Respondió Nicodemo, y díjole: ¿Cómo puede esto hacerse? 10 Respondió Jesús, y díjole: ¿Tú eres el maestro de Israel, y no sabes esto? 11 De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio. 12 Si os he dicho cosas terrenas, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? 13 Y nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre, que está en el cielo. 14 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado; 15 Para que todo aquel que en él creyere, no se pierda, sino que tenga vida eterna. 16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado á su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 17 Porque no envió Dios á su Hijo al mundo, para que condene al mundo, mas para que el mundo sea salvo por él. 18 El que en él cree, no es condenado; mas el que no cree, ya es condenado, porque no creyó en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 19 Y esta es la condenación: porque la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz; porque sus obras eran malas. 20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene á la luz, porque sus obras no sean redargüidas. 21 Mas el que obra verdad, viene á la luz, para que sus obras sean manifestadas que son hechas en Dios. 22 Pasado esto, vino Jesús con sus discípulos á la tierra de Judea; y estaba allí con ellos, y bautizaba. 23 Y bautizaba también Juan en Enón junto á Salim, porque había allí muchas aguas; y venían, y eran bautizados. 24 Porque Juan, no había sido aún puesto en la carcel. 25 Y hubo cuestión entre los discípulos de Juan y los Judíos acerca de la purificación. 26 Y vinieron á Juan, y dijéronle: Rabbí, el que estaba contigo de la otra parte del Jordán, del cual tú diste testimonio, he aquí bautiza, y todos vienen á él. 27 Respondió Juan, y dijo: No puede el hombre recibir algo, si no le fuere dado del cielo. 28 Vosotros mismos me sois testigos que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de él. 29 El que tiene la esposa, es el esposo; mas el amigo del esposo, que está en pie y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo; así pues, este mi gozo es cumplido. 30 A él conviene crecer, mas á mí menguar. 31 El que de arriba viene, sobre todos es: el que es de la tierra, terreno es, y cosas terrenas habla: el que viene del cielo, sobre todos es. 32 Y lo que vió y oyó, esto testifica: y nadie recibe su testimonio. 33 El que recibe su testimonio, éste signó que Dios es verdadero. 34 Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla: porque no da Dios el Espíritu por medida. 35 El Padre ama al Hijo, y todas las cosas dió en su mano. 36 El que cree en el Hijo, tiene vida eterna; mas el que es incrédulo al Hijo, no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.

1 DESPUÉS de estas cosas, era un día de fiesta de los Judíos, y subió Jesús á Jerusalem. 2 Y hay en Jerusalem á la puerta del ganado un estanque, que en hebraico es llamado Bethesda, el cual tiene cinco portales. 3 En éstos yacía multitud de enfermos, ciegos, cojos, secos, que estaban esperando el movimiento del agua. 4 Porque un ángel descendía á cierto tiempo al estanque, y revolvía el agua; y el que primero descendía en el estanque después del movimiento del agua, era sano de cualquier enfermedad que tuviese. 5 Y estaba allí un hombre que había treinta y ocho años que estaba enfermo. 6 Como Jesús vió á éste echado, y entendió que ya había mucho tiempo, dícele: ¿Quieres ser sano? 7 Señor, le respondió el enfermo, no tengo hombre que me meta en el estánque cuando el agua fuere revuelta; porque entre tanto que yo vengo, otro antes de mí ha descendido. 8 Dícele Jesús: Levántate, toma tu lecho, y anda. 9 Y luego aquel hombre fué sano, y tomó su lecho, é íbase. Y era sábado aquel día. 10 Entonces los Judíos decían á aquel que había sido sanado: Sábado es: no te es lícito llevar tu lecho. 11 Respondióles: El que me sanó, él mismo me dijo: Toma tu lecho y anda. 12 Preguntáronle entonces: ¿Quién es el que te dijo: Toma tu lecho y anda? 13 Y el que había sido sanado, no sabía quién fuese; porque Jesús se había apartado de la gente que estaba en aquel lugar. 14 Después le halló Jesús en el templo, y díjole: He aquí, has sido sanado; no peques más, porque no te venga alguna cosa peor. 15 El se fué, y dió aviso á los Judíos, que Jesús era el que le había sanado. 16 Y por esta causa los Judíos perseguían á Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en sábado. 17 Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora obra, y yo obro. 18 Entonces, por tanto, más procuraban los Judíos matarle, porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que también á su Padre llamaba Dios, haciéndose igual á Dios. 19 Respondió entonces Jesús, y díjoles: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada de sí mismo, sino lo que viere hacer al Padre: porque todo lo que él hace, esto también hace el Hijo juntamente. 20 Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que éstas le mostrará, de suerte que vosotros os maravilléis. 21 Porque como el Padre levanta los muertos, y les da vida, así también el Hijo á los que quiere da vida. 22 Porque el Padre á nadie juzga, mas todo el juicio dió al Hijo; 23 Para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió. 24 De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me ha enviado, tiene vida eterna; y no vendrá á condenación, mas pasó de muerte á vida. 25 De cierto, de cierto os digo: Vendrá hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios: y los que oyeren vivirán. 26 Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así dió también al Hijo que tuviese vida en sí mismo: 27 Y también le dió poder de hacer juicio, en cuanto es el Hijo del hombre. 28 No os maravilléis de esto; porque vendrá hora, cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; 29 Y los que hicieron bien, saldrán á resurrección de vida; mas los que hicieron mal, á resurrección de condenación. 30 No puedo yo de mí mismo hacer nada: como oigo, juzgo: y mi juicio es justo; porque no busco mi voluntad, mas la voluntad del que me envió, del Padre. 31 Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. 32 Otro es el que da testimonio de mí; y sé que el testimonio que da de mí, es verdadero. 33 Vosotros enviasteis á Juan, y él dió testimonio á la verdad. 34 Empero yo no tomo el testimonio de hombre; mas digo esto, para que vosotros seáis salvos. 35 El era antorcha que ardía y alumbraba: y vosotros quisisteis recrearos por un poco á su luz. 36 Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan: porque las obras que el Padre me dió que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me haya enviado. 37 Y el que me envió, el Padre, él ha dado testimonio de mí. Ni nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su parecer. 38 Ni tenéis su palabra permanente en vosotros; porque al que él envió, á éste vosotros no creéis. 39 Escudriñad las Escrituras, porque á vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí. 40 Y no queréis venir á mí, para que tengáis vida. 41 Gloria de los hombres no recibo. 42 Mas yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en vosotros. 43 Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís: si otro viniere en su propio nombre, á aquél recibiréis. 44 ¿Cómo podéis vosotros creer, pues tomáis la gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que de sólo Dios viene? 45 No penséis que yo os tengo de acusar delante del Padre; hay quien os acusa, Moisés, en quien vosotros esperáis. 46 Porque si vosotros creyeseis á Moisés, creeríais á mí; porque de mí escribió él. 47 Y si á sus escritos no creéis, ¿cómo creeréis á mis palabras?

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